Estoy enfermo, me han diagnosticado un cáncer y ya me han operado. Parece que el diagnóstico es bueno, mejor realmente de lo que esperaba.
Estoy contento, pero también estoy asustado, muy asustado. Es un miedo que me atenaza el corazón y me nubla la razón.
Desde que enfermé siempre estoy acompañado por mi mujer o por otro familiar. Están preocupados por mí.
Delante de los demás permanezco animado, sin dar signos de tristeza. Cada mañana ,me coloco esa máscara para no preocupar a los demás. No quiero que se preocupen más de lo necesario por mí.
Se que su intención es ayudarme, pero si tuviera un ratito para estar yo solo, lloraría, lloraría como llora un niño por encontrarme en ésta situación. Lloraría sin consuelo por ponerme enfermo ahora, aunque se que en el fondo, tener cáncer nunca le viene bien a nadie.
Toda mi vida pasa ante mis ojos como un fotograma, la observo desde fuera como quien ve una película de la vida de otro. Pero tristemente me doy cuenta de que es mi propia vida la que aparece en la pantalla.
Necesito huir, escapar de ésta situación, romper ésta máscara y librarme de tanto dolor. Volver a mi vida de antes. Cuando no conocía esta incertidumbre y éste miedo obsesivo que se han apoderado de mí.
Quiero pensar que ésta etapa pasará pronto, deseo levantarme por la mañana siendo más positivo. Pero me cuesta tanto…
Paula Cruz Gutiérrez.