Si uno quiere tiene mil cosas por las que estar feliz. Millones de pequeños momentos que unidos conforman un día especial. Aunque el lugar donde se desarrolle ese día sea el hospital y venga cargado de cosas.
Hoy ha supuesto un madrugón para viajar a Madrid. Tenía programada una analítica, una radiografía, un TAC con dos contrastes, una consulta y el tratamiento correspondiente de cada veintiún días. Después vuelta a casa.
La analítica y la radiología han salido bien y rápido. La chica que me ha hecho el TAC me ha dicho que me iba a sacar “guapa y limpia” y yo le he contestado con una sonrisa, que me parecía perfecto. Lo que peor llevo del TAC es tener que ir en ayunas, sin tan siquiera poder beber agua.
A la hora de la consulta, he tenido una conversación muy agradable y distendida con mi oncólogo, se ha ofrecido a ayudarme con un proyecto que tengo entre manos. Y con el equipo de enfermería de oncología más de lo mismo. El personal de la UCO es muy agradable y eso se agradece.
Después hemos ido a visitar al equipo de la UCI y se han alegrado mucho de verme, igual que yo a ellos. Les estoy muy agradecida, por haber luchado tanto por mí para sacarme adelante durante el mes que estuve allí ingresada.
Para celebrar el día nos hemos ido a comer al restaurante, yo me he comido una hamburguesa de pollo rica, rica. De regalo especial me he comprado el último cd de Bunbury.
Para terminar, vuelta al coche y vuelta a casa. Con la satisfacción de que todo ha ido bien y la tranquilidad que aporta tener el mejor equipo médico a mi disposición.
Lo mejor del día es volver a casa con una sonrisa en la cara.
Paula Cruz Gutiérrez.